17 de octubre de 2011

Indignados/as

Indignados del mundo, uníos!!!… y después
Andrés Mideros Mora

La indignación está en boga. Ya lo escribió Stéphane Hessel, y muchos/as otros/as lo han escrito y dicho antes. Ya se lo dijo en Puerta del Sol en Madrid, se lo dice en Wall Street, y se lo ha venido diciendo en tantas plazas, desde hace tantos años. Hoy lo dicen millones de personas en centenares de plazas alrededor del mundo. Indignaos!!!

Y para indignarse sobran los motivos. Uno podría incluso indignarse de haberse indignado recién, e indignarse por los/as que aún no se indignan. Indignaos!!!.

¿Cuáles son los motivos de la indignación?. En el 2011 (y antes) la indignación se da por la injusticia. Pero, ¿qué es justo?. Parece que la desigualdad económica, social y política es injusta. Vaya descubrimiento. “Nunca es tarde”. Lo interesante es que si la desigualdad es injusta, entonces el sistema es injusto. El sistema económico (capitalista) se basa en desigualdades. Dualidades. Indignaos!!!

La indignación ya estaba presente antes de que alguien escriba un libro, y mucho antes de que en Madrid se tome este nombre y los medios de comunicación lo masifiquen. La diferencia es esa. Que ahora los medios de comunicación tradicionales y alternativos han dado paso a la magnificación de las protestas.

Lo importante, en mi opinión, sobre la indignación es, parafraseando al Che, que quienes se indignan cada vez que se comete una injusticia en el mundo, son compañeros/as. Y desde ahí se entiende que la indignación se convierta en movilización. Después de tantos años de defender y promover un sistema desigual, es alentador que ahora la gente se manifieste, proteste y reclame. Bueno, antes también lo hacía pero la prensa no prestaba atención. En cualquier caso, ayuda a recordar que otro mundo no solo es posible, sino necesario. Que la necesidad de cambiar, es urgente y global. Indignados del mundo, uníos!!!

Si embargo, la indignación se presenta en distintos contextos. Es posible que muchos/as indignados/as se contenten con obtener un empleo. La indignación europea no es violenta, y eso está muy bien. Mientras tanto se dan guerras e invasiones en Libia y los/as estudiantes chilenos/as soportan represión policial. Quienes “ocupan” wall street protestan por el irresponsable manejo financiero y la inequidad económica. En Sur América la “indignación” permitió el cambio político hacia gobiernos progresistas a partir del año 2000. La indignación es un sentir tan amplió, que es difícil darle coherencia.

Es importante encontrar algunos puntos comunes. Indignan los gobiernos que “no nos representan”. Indignan los mecanismos de mercado que en nombre de (una mal llamada) eficiencia cuestan vidas y provocan exclusión social. Indigna la falta de tolerancia. Indigna la falta de conciencia ambiental. Indigna la desigualdad. Indigna que la pobreza (multidimensional) se puede eliminar solo cambiando prioridades, pero no lo hacemos. Por favor, indignaos!!!

¿Queremos cambiar?. No lo tengo claro. Parece que queremos que otros/as cambien, o que cambien las cosas en nombre de todos/as. La indignación y la unidad, que da fuerza de movilización, solo sirven si se pasa a la acción. Sin embargo, no todos/as podemos concentrarnos en participar. Por ejemplo, en Ecuador el 33% vive con menos de USD 2 diarios. Hay que comer antes de salir a mostrar la indignación. No hay derechos políticos sin derechos culturales, económicos y sociales, y viceversa (pero esto requiere otra reflexión).

Si los gobiernos “no nos representan”, hay que preguntar: ¿es porqué no hemos querido participar?. Entonces hay que ser parte. Hay que exigir participación. Hay que tomar el poder. Si el “mercado” libre y campante que invoca a nuestros espíritus de codicia y avaricia, molesta. Y molesta porque fracasa como medio de desarrollo, entonces hay que cambiarlo. Y para cambiarlo, hay que regularlo. Además hay que generar alternativas para una economía real (no especulativa), justa e inclusiva. Hay que exigir participación. Hay que tomar el poder. Si las estructuras no lo permiten, entonces hay que hacer revolución.

Este es un tiempo que llama a indignarse, a unirse y a construir. Es vital estar en plazas, manifestarse y exigir. Pero el cambio se lo hace, no se lo pide. Hay que construir y para ello participar. Hay que cambiar el sistema y para ello hay que tomar el poder. Es claro y es urgente que se debe cambiar el paradigma del sujeto individualista, por el de sujeto solidario y responsable. Se debe construir desde lo local, y articularse (en redes) a lo global. Que la indignación no quede en plazas, que sea el inicio de propuestas y acciones de cambio radical al sistema. Que sea el inicio de un proceso responsable para la construcción de sociedades justas, equitativas y sustentables. Ojalá. Hay que participar. Hay que exigir el cambio. Pero sobre todo hay que cambiar. Indignarse y unirse, para tomar el poder.

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