28 de abril de 2014

Erradicar pobreza: de programas de transferencias a piso de protección social.


La implementación y ampliación de programas de transferencias monetarias (condicionadas o no) son una tendencia a nivel mundial. En parte, gracias al éxito que estas han tenido en América Latina y otras regiones para la reducción de la pobreza monetaria, y de resultados positivos en salud y educación principalmente. Los casos de México (Progresa/Oportunidades) y Brasil (Bolsa Familia) han sido ampliamente estudiados, así como también los programas de pensiones en Sud-África, por poner unos ejemplos. El Ecuador cuenta con el Bono de Desarrollo Humano (BDH), que incluye transferencias a hogares en situación de pobreza y pensiones a adultos mayores y personas con discapacidad.

En una reflexión anterior intenté ubicar al BDH como un instrumento de la protección social, y señalé que presentaría una propuesta. Ese es el objetivo de esta reflexión. El BDH nació como “Bono Solidario” en 1998, se lo pensó como mecanismo para compensar frente a una eventual eliminación de subsidios (gas, gasolina, electricidad); En 2003 se le cambió el nombre y se incluyeron “condicionalidades” en salud y educación (que nunca han sido monitoreadas, pero que han logrado efectos positivos). A partir de 2007 se ha complementado el BDH con otras políticas. Además, se ha aumentado el valor de transferencia, en parte para cubrir la pérdida de capacidad adquisitiva (por inflación). Pero el gran pendiente es conceptual. Como país no hemos sido capaces de definir que es el BDH, y que queremos lograr. Algunas pistas se pueden encontrar en el objetivo 2 del Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017, pero hay que construir consensos e instrumentos concretos. [seguir leyendo]

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