30 de marzo de 2014

La Renta Urbana


El suelo, la tierra, cumple diversas funciones en la sociedad. Es reserva de bienes y servicios ambientales, es decir de la vida; Es un factor de producción; y es, también, un bien final. Durante siglos se han venido fortaleciendo mecanismos para garantizar la propiedad privada de la tierra, y con ello ha aumentado la desigualdad. Es evidente, al final ¿quién es el dueño originario de la tierra? Jean-Jacques Rousseau, en su discurso sobre el origen de las desigualdades, escribió: “el primero al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir `esto es mío´, y encontró personas tan simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil”, y continuaba: “cuántos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores no habría ahorrado al género humano quien, arrancando las estacas o rellenando la zanja, hubiere gritado a sus semejantes: ¡guardaos de escuchar a este impostor!: estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie.” También podemos escuchar, cantar y luchar junto a Víctor Jara: “a desalambrar”. Y claro podemos dejar preguntas abiertas: ¿si todo ya es de alguien, que queda para el que no tiene “propiedad”?, ¿es justo que una persona tenga “todo” al nacer, y otra “nada”? De acuerdo, igualemos “oportunidades” pero ¿es posible hacerlo sin igualar las condiciones iniciales? [seguir leyendo]

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