Por: @andresmideros
Pasaron las
elecciones. Se ejerció la democracia desde la designación de representantes. Que
quede claro; ahí no se agota ni la democracia ni la política. Los resultados
dan cuenta de un “tablero” dinámico. Es curioso que después del 23 de febrero
no haya celebración de victoria(s). Se intenta, de mucha formas, crear y
celebrar derrotas. También hay oportunidades para ajustar visiones.
Ahora se intentan
varios análisis desde la “bola de cristal” (es decir los ojos, historia de vida
y preferencias) de cada autor/a. Entre ellos se encuentran “El candidato del
odio” (aquí
sin edición, y aquí el
publicado), “Consejos de un tal Lenín, al Ecuador del siglo 21” (aquí), “Ecuador:
análisis de coyuntura y nuevos escenarios políticos en el horizonte” (aquí),
“Quito: ¿Cómo entender la derrota de Barrera/PAIS/Correa?” (aquí), "Derecha y revés" (aquí), “Elecciones y centralismo” (aquí), "Triunfo o derrota" (aquí), "Un águila no caza moscas" (aquí), entre otros.
Esta
reflexión, busca aportar al diálogo social en marcha. Se divide en dos partes. Primero,
se abordan algunos temas de la política nacional; y se cierra con una mirada sobre
el contexto y las oportunidades en lo local, desde el caso de Quito.
Lo nacional:
A nivel
nacional se consolida una tendencia desde el centro hacia la izquierda. Aunque a
muchos/as disgustan, otros/as se están cansando, y otros/as no entienden, las
etiquetas (“izquierda”, “derecha”, etc.) tienen importancia. Desde la
izquierda se plantean ideas como “mercado con Estado”, “libertad con igualdad”,
“individuos con sociedad”. Dentro de la izquierda, entre la socialdemocracia y
el socialismo, la diferencia está entre proteger y compensar frente a acciones
del mercado, y cambiar condiciones sociales, políticas y económicas desde las
estructuras. En el centro hay ambigüedad; quien se dice de centro, no es nada
(ergo, puede ser y acomodarse a cualquier cosa), no sabe qué es (está jugando,
y quiere poder), o lo sabe pero quiere ocultarlo. Más sobre el “centro” aquí.
Desde la derecha se plantea “libertad de mercado e
individualidad”. Por otro lado, desde la izquierda se piensa un proyecto para la gente, para
vivir y convivir, y reproducir la vida, en todas sus dimensiones; desde la
derecha se piensa un proyecto para producir, comercializar, satisfacer
necesidades (reales o creadas) de clientes, generar ganancias y así acumular
capital (dinero). ¿Capital contra ser humano? Las diferencias son importantes.
Claro, de un punto a otro, hay infinitas posiciones, matices y ambigüedades. Tampoco se trata de todos/as pensemos igual. Por eso siempre hay espacio para el dialogo. Además, todos/as tenemos los mismos derechos políticos (ver derechos de participación, en la Constitución).
Desde el
centro-izquierda AVANZA, con Ramiro Gonzalez a la cabeza, viene a ocupar el
vacío de la socialdemocracia que antes lideraba, en época de la partidocracia,
la Izquierda Democrática (ID) de Rodrigo Borja (que sus sucesores, supieron
destruir). Para la memoria colectiva es importante tener presente que Ramiro
Gonzalez (desde la ID) fue binomio de León Roldós, en las presidenciales que
ganó Rafael Correa con el entonces naciente Movimiento Alianza PAIS (en
alianza con el Partido Socialista Frente Amplio, PSFA). Al aceptar la
candidatura junto a Roldós, Gonzalez dejó la prefectura de Pichincha en manos
de Gustavo Baroja (también de la ID), mientras Andrés Paez era diputado y Paco
Moncayo era alcalde de Quito. Ahora tenemos a Paez aliado con CREO (del banquero
Guillermo Lasso, bien a la derecha), a Moncayo en la casa (después de perder
como candidato, de RUPTURA.25, a la Asamblea Nacional), a Gonzalez como ex-Presidente del Directorio del I.E.S.S. en representación del Presidente (desde donde tuvo buena base para fundar su propio movimiento, AVANZA) y
como Ministro de Industrias del gobierno de Rafael Correa (MPAIS), y a Baroja
en MPAIS, reelecto en la Prefectura de Pichincha, con apoyo de AVANZA (por
lo menos la sede de la Naciones Unidas y 10 de Agosto, en Quito, la tiene a
disposición). A esto se debe sumar que Marcelo Cabrera (alcalde electo de Cuenca) es otro ex-ID, pero también ex-democratacristiano. De la misma manera el prefecto re-electo de Azuay es ex-ID. Así, el reciclaje de la partidocracia se acomoda en el "centro", y recupera protagonismo.
MPAIS y AVANZA
concentran el mayor número de prefecturas, alcaldías, concejalías y juntas
parroquiales. La búsqueda de una alianza es natural, en especial porque AVANZA se construyó con beneplácito de MPAIS. El partido de gobierno sigue desde la
izquierda, aunque después de siete años, se mueve de un aliado socialista a un
aliado socialdemócrata. ¿Convergencia por voluntad popular?, ¿estrategia
coyuntural? u ¿objetivo logrado?, sólo el tiempo lo dirá. Para no perder su
espacio el PSFA ratificó su apoyo a Rafael Correa, e incluso jugó la carta de
proponer la reelección indefinida. Carta peligrosa, pero entendible frente a un
Ramiro Gonzalez envalentonado por declaraciones presidenciales y buenos
resultados electorales. Es importante notar que el único vocero de AVANZA ha sido Gonzalez, no las nuevas autoridades electas. Con los resultados de MPAIS (que sigue siendo la mayor
fuerza política nacional y en “territorio”), y alianzas con AVANZA y el PSFA, más la
posibilidad de acuerdos locales (que MPAIS sabe cómo hacerlos), no hay duda que el gobierno de Rafael Correa,
y la Revolución Ciudadana, está igual o más fuerte que antes. Lo que viene es
ajuste de timón y cambio de posiciones, y la duda (o peligro) es el rol y fuerza de los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) y los liderazgos locales.
La
proyección es alinear al proyecto político que se dirige desde la presidencia,
y aclarar el tablero para las presidenciales de 2017. Las cartas de MPAIS, a la
fecha, son la reelección de Rafael Correa (sobre la cual ya se están
probando señales, pero requiere reforma a la Constitución), o un candidato que combine la izquierda-ideológica, la socialdemocracia y el
“pragmatismo-capitalista” (que dentro de MPAIS apoya la inclusión, porque son pragmáticos, y
donde se encuentran ex-democratacristianos, ex-socialcristianos y los/as del "centro"). Se deben activar mecanismos de democracia interna para consolidar un proyecto coherente a 2017. La
tiene dura la izquierda progresista-ideológica dentro de MPAIS, pero si
aprovecha la oportunidad puede reencontrarse con sus bases (las que crearon
MPAIS), y fortalecer su tendencia dentro del movimiento. La izquierda "desencantada" fuera
de MPAIS la tiene peor, toma como bandera un “árbol” y se olvida del “bosque”,
hace el juego al “capital” (por no saber manejar su resentimiento) y se aleja
de las demandas ciudadanas. Se queda parada, porque “no les mueven y no les moverán”.
Esperemos que tome fuerza la idea de un frente amplio que incluya (o intente incluir) a todas las izquierdas. Es importante recordar que el Movimiento ALIANZA PAIS (Patria Altiva i Soberana) nació como, y es, una alianza.
Esperemos que MPAIS sea
parte de una alianza que abarque desde la centro-izquierda hacia la izquierda.
Al final las elecciones muestran que la población quiere nuevos representantes,
quiere aire fresco. Que las alianzas permitan refrescar un proyecto que, sin
duda, está cambiando al Ecuador para bien. Que se generen nuevos/as líderes/as (el proyecto, la "Revolución", no es, ni debe ser una persona). Que se fomente la inclusión de otros
sectores, que se plantee un dialogo nacional para el Buen Vivir, que se de
mayor espacio para la iniciativa privada responsable, y que se recuperen
demandas populares sobre los derechos de la naturaleza, la despenalización del
aborto en caso de violación, la no acumulación de poderes, la libertad de
protesta social (incluyendo el “derecho” a levantar el dedo del medio, y a la "caricatura") entre
otras. Vienen temas de gran importancia, como la reforma a la Ley de Seguridad
Social, la Ley de Recursos Hídricos (Agua), La Ley de Tierras. Más allá de etiquetas, ahí se verá que rumbo se da al país, y la tendencia de gobierno.
Buen viento
a las alianzas, pero ya lo dijo Seneca: “no hay viento favorable para un barco
que no sabe a dónde va”. La hoja de ruta está en la Constitución, las 10
revoluciones del Programa de Gobierno de MPAIS y el Plan Nacional para el Buen
Vivir; que las alianzas sean programáticas y no por mantener poder; que la
política sirva para garantizar la política pública; que la erradicación de la
pobreza, el auspicio de la igualdad, la equidad y la inclusión, la democratización
de ciudades, el Buen Vivir rural, y que la construcción del poder popular se
hagan realidad; y que el cambio de matriz productiva sea un medio (nunca un
fin) para lo anterior. Cuidado nos disparamos en los pies.
Quito: lo local.
Sobre lo local,
no se puede generalizar. Cada provincia, cada cantón, cada parroquia tiene sus
realidades, en ellas se expresan lo mundial, regional y nacional, pero de
diferentes maneras. MPAIS perdió en varias de las ciudades más pobladas,
entre ellas destacan Quito, Guayaquil, Cuenca, Santo Domingo, Ambato, Portoviejo, Machala, Manta, Riobamba, Loja, Ibarra, Lago Agrio y otras capitales provinciales. Ganó Esmeraldas. En varias de estas ciudades MPAIS ganó en votación para prefecto/a (con algunos candidatos que antes pertenecieron a la "partidocracia", ejemplo de ello son algunos ex-PRE); Eso es importante, pero hay matices. Los/as alcaldes/as están en el día de día de las personas (servicios básicos, gestión de residuos sólidos y aguas residuales, espacio público, movilidad, convivencia, etc.), el gobierno nacional está en las "grandes" políticas (salud, educación, seguridad social, economía, seguridad, etc.) y las juntas parroquiales están en la vida comunitaria. En el caso de las prefecturas, sin desconocer buenas y malas gestiones, en las competencias de vialidad, riego y desarrollo productivo la participación del gobierno central sigue siendo muy alta. No quedó claro en la Constitución el rol de las prefecturas, y el impulso a construcción de regiones.
Desde el caso de Quito se pueden reflexionar varios elementos. Hasta el mejor
candidato pierde con una mala campaña. Augusto Barrera, actual alcalde de Quito, es uno de
los mejores cuadros de la Revolución Ciudadana: reconocido líder desde la
organización barrial y la lucha popular, académico, co-fundador de MPAIS,
miembro del buró político, ideólogo de la revolución urbana y otros ejes
programáticos de MPAIS. Puso en marcha la reconstrucción de Quito, con logros y
propuestas, que transforman estructuras y fomentan el "derecho a la ciudad", mencionadas en otras entradas de este
Blog, pero con errores mal procesados, debilidad en servicios ciudadanos, fallas (involuntarias y voluntarias) en el registro y procesamiento de patentes e impuestos, limitada concienciación ciudadana sobre multas, "tramitología" excesiva y desorganizada, insuficientes obras y acciones de mantenimiento vial (de forma particular en barrios populares, ya que se priorizaron ejes principales de flujo) y distanciamiento
con la ciudadanía.
Desde los
poderes que se incomodaron por las acciones municipales, se inició una campaña
de desprestigió al alcalde (más que a la obra, a la persona), desde hace cuatro
años. No se la enfrentó. No se logró explicar con claridad, a la ciudadanía,
el proyecto que está en plena marcha. Es un proceso cuyos resultados concretos, más importantes, vendrían en el siguiente periodo, sin desconocer lo mucho que se logró (mencionado en otras entradas de este Blog). Los objetivos, los tiempos, los plazos, los
proceso, no se hicieron de dominio público. Se lo intentó, pero no se logró. La obra realizada no se vinculó de forma directa al
liderazgo y visión del alcalde. Además, algunos mensajes que se transmitían
molestaban a ciertos grupos, porque se decían “verdades a medias” o “medias
mentiras”, depende de cómo vea cada uno/a el vaso. Con ese vacío de comunicación no se pudo dar tratamiento a algunos problemas de gestión (servicios ciudadano con tramitología excesiva, infraestructura y mantenimiento vial insuficiente, etc.), obras pendientes y limitaciones del proceso (muchas generadas en el Concejo Metropolitano), propios de cualquier
administración, que pudieron tener mejor atención durante la gestión y mucho mejor
abordaje durante la campaña. Pero se deja una lección interesante, los
problemas de comunicación y el tratamiento a errores de gestión son una cosa,
pero otra es haber trabajado sin interés personal, dejar la gestión sin
insinuaciones que ponga en duda la honestidad de las autoridades, y sabiendo
que no se usaron recursos públicos para campañas mediáticas (y manejo de redes sociales) de la escala que otros/as
han implementado. ¿Qué es lo honesto, lo correcto, lo ingenuo, lo errado? Complicado,
pero el pueblo manda con su voto. Gran problema tendrá el nuevo alcalde que
ofreció reducir el presupuesto de comunicación; probablemente lo aumentará.
Quito
demanda un/a líder/esa, porque le gusta su liderazgo como ciudad-capital, muchas veces con egoísmo.
El ánimo estaba en ese sentido desde hace algún tiempo atrás. Quito ha puesto y
botado presidentes, y le gusta disputar poder. No había costumbre de trabajar
desde Quito junto al proyecto nacional. Por otro lado, en tiempos de la
Revolución Ciudadana no es fácil (bien visto) intentar brillar, o tener el
potencial de hacerlo con luz propia, menos cuando todos/as piensan en las
elecciones presidenciales. Te atacan, desde adentro y desde afuera, en la
gestión y la campaña. En este contexto, la “ayuda” presidencial a la campaña (de
buena voluntad), parece que fue el mayor de los errores, opacó el liderazgo,
polarizó, asustó, desesperó, se equivocó. Algunas opiniones que salieron
durante la campaña son: “¿Y ahura por quién votar, vea?” (aquí),
otra (sin título) aquí
y “Carta a Augusto: la culpa es de la vaca Rafael?” (aquí),
claro que también ayudó, pero lo que queda es el saldo final. Así, el voto fue
para una cara producto del marketing. Una cara improvisada, sin plan, ni
discurso propio, pero con grandes poderes detrás de él, que no dudarán en pasar
a “cobrar”. No se votó por propuestas ni visiones. El ganador planteaba que “si
podemos vivir mejor”, al igual que cuando Homero Simpson planteó “¿no puede
hacerlo otro/a?” (aquí)
la respuesta es obvia, pero nunca se aclaró que se piensa hacer para lograrlo. Homero, también, ganó las
elecciones, con improvisación y demagogia, pero con una campaña “pegajosa”,
esperemos que a Quito le vaya mejor que a Springfield.
El día de las elecciones el alcalde reconoció los resultados y ofreció una transición acorde a lo que Quito merece (aquí). Al día
siguiente, Quito no festejó al alcalde electo, algunos festejaron que perdió el
alcalde, y la mayoría guardo silencio, algunos/as incluso arrepentimiento. Lo
digo desde espacios que visité a lo largo de la semana como la calle, la plaza,
la liga barrial, el bus, la tienda e incluso la fila de la ventana de servicios
del Municipio, en el centro. Algún autor dijo que se votó con odio, estoy de
acuerdo. El odio no fue al proyecto, ni a la obra. El odio fue al silencio de
uno y a la intromisión de otro(s). El odio creció en la falta de comunicación, en
el mal tratamiento a errores administrativos, y en demandas de una ciudad
progresista que, lejos de ser escuchadas, son atacadas desde el poder central.
El odio se sembró desde actores económicos (con su central en la República y
Amazonas), con financiamiento nacional e internacional, y otros sectores políticos,
de todo lado, que ahora disfrutan la situación. Ahí están quienes tuvieron ruptura con MPAIS, que esperan que a todos/as les vaya mal, otros/as más
cercanos/as, otros/as más lejanos/as, y varios/as quiteños/as arribistas que saben acomodarse en los ciclos (“pescar en río revuelto”), o creen que ciudad se construye sentado desde un sofá con un "teléfono inteligente" para tweetear. El odio pudo más que la
razón.
Pasado el
“chuchaqui” quedan oportunidades. Desde la municipalidad hay un plan en marcha
que se debe continuar y vigilar, hay un camino marcado. Hay espacio para mayor
participación y recoger propuestas desde la ciudadanía, que no tuvieron quien
las escuche. El Concejo Metropolitano tiene un bloque importante de MPAIS (según resultados a la fecha, tendría 11 o 12, de 21, concejales/as), ahí está el reconocimiento
a la obra, a la gente y al proyecto. Esperemos que ese bloque actúe como tal, y se acerque a la ciudadanía. Además, hay un 38% de votación sólida por el actual alcalde. Después de una campaña de desprestigio, tan dura, ese porcentaje es muy respetable. Se debe ayudar a planificar la gestión
municipal, corregir errores y acelerar obras. El plan de trabajo del nuevo
alcalde deja mucho que desear. Lo más consistente es continuar con las propuestas ya planteadas desde la actual administración. Esperemos que no sufra la ciudad por las
ofertas demagógicas. Hay que vigilar las “facturas” de los financistas de
campaña del alcalde electo, las que pasarán concejales electos como Ricaurte y Freire, concejales que salen como Villamar, y concejales reelectos como Marco Ponce (que brillan por ausencia en sesiones del Concejo). Nombres que darán mucho para hablar. La “factura” la pasaran estratégicamente. Se tiene el
programa de gobierno de Augusto Barrera (ver aquí la participación, del alcalde, en el debate organizado por universidades en CIESPAL), que esperemos el nuevo alcalde sepa leer y
seguir, como al guión que usó en campaña. Hay que apretar el paso y arrimar el
hombro por el Quito que queremos.
La mayor
oportunidad es entender que la ciudad se construye desde cada comunidad, desde
cada barrio, desde cada parroquia. Que nada está dado y todo se puede perder. La
participación ciudadana debe pasar de nivel, el objetivo es construir poder
popular. La democratización de la ciudad, el espacio público, la movilidad
no-motorizada, la construcción de nuevas centralidades, la inclusión social, el fomento productivo inclusivo, la
legalización de barrios, la re-pavimentación, los servicios básicos, la cultura
de paz, son parte del “derecho a la ciudad”, y como derecho se exige y se
ejerce desde la ciudadanía, en las calles. El 23 de febrero se eligieron
representantes (democracia representativa), pero queda la deliberación, la
participación y la democracia directa como instrumentos que permiten ejercer el
poder ciudadano.
Es hora de
hablar de Quito, de pensarse como ciudad-región. La campaña no ayudó a este
debate, pero ese vacío deja la oportunidad para la ciudadanía. El alcalde
saliente deja, también, el proyecto de Estatuto Autonómico de Quito listo para
ser discutido. Esperemos que el debate pase del bache de la puerta de mi casa,
a la libertad con igualdad; esperemos que el debate pase del valor de la multa,
a las relaciones de convivencia ciudadana y la cultura de paz; esperemos que el
debate pase del valor de los impuestos, a la construcción de presupuestos
participativos y a velar porque la obra pública sirva para cubrir las demandas ciudadanas, y mejorar la calidad de vida de todos/as; hay que colaborar, con
equidad y solidaridad, para tener lo que queremos (no cae del cielo); esperemos
que la acción colectiva vaya en defensa de una ciudad y un país, para
todos y todas, para vivir, para Buen Vivir. Los resultados electorales reflejan
coyunturas que (no)se supieron (des)aprovechar, pero la construcción de ciudad
requiere de la participación de todos/as.