19 de febrero de 2014

Quito: Elecciones 2014 al cierre de la campaña

Últimos días de campaña. Ya ha pasado un mes y medio, y con el tiempo quedan muchos pensamientos; algunos se hicieron palabras, otros se guardaron. También quedan muchos actos y varias omisiones. No hay duda que hay mucho para reflexionar sobre la ciudad, la sociedad y la política. Comenté en alguna reflexión pasada que la época actual, que pretende generar profundas transformaciones, requiere que se vea el bosque y no quedarse en el árbol que está en la nariz de cada uno/a.

La elección de alcalde/sa de Quito se convirtió en una verdadera batalla. Inició con fuertes críticas a la gestión del actual alcalde, las cuales tuvieron acogida en la ciudadanía debido a inadecuada comunicación (se ha hecho más de lo que se sabe) e insuficiente diálogo social, y reflejan la necesidad de plantear dudas y reclamos ciudadanos, frente a incertidumbres y errores que ahora ya se reconocen. En este terreno, se sembraron rumores y mentiras para dar contrapeso a una propuesta improvisada y desarticulada. La respuesta tardó, pero llegó. El único debate, de varios organizados, al cual acudió el candidato de la derecha, permitió revelar sus intenciones, sus intereses (que no son los de la gente), su improvisación y desconocimiento de la ciudad.

En este escenario, otro actor entró en escena con la fuerza que le da liderar un proyecto nacional. Se posicionó la importancia de Quito como capital del país, pero además como capital de la Revolución Ciudadana. Lo mencioné anteriormente, las elecciones locales no pueden ni deben pensarse fuera del contexto nacional, regional y mundial, menos las elecciones de una capital política que además es sede de la UNASUR. Se amplió el espacio para la radicalización de posiciones. Por un lado, se consolidó la posición de quienes saben que la transformación de Quito y el Ecuador son una sola, se cohesionó a quienes militan en un proyecto progresista de izquierda (con sus contradicciones, sin duda), y a quienes se benefician del mismo. Por otro lado, aumentó dudas de quienes toman a las contradicciones como traiciones ideológicas. Hay un debate post-electoral que requiere mucha reflexión y sensibilidad.

Quito no es cualquier cosa; su ánimo colectivo es volátil como su clima. Entenderla y conocerla, toma más de una vida. Solo la sabiduría popular puede lograrlo. Quito es diversa, altiva y soberana. Pero soberana desde su pueblo histórico, que busca libertad, y supera a seres pasajeros en el tiempo. Esta realidad no es fácil de asimilar, y no ha “cuadrado” en los actores principales de la campaña electoral. Uno no tiene ni idea, porque no han vivido [en] Quito, aunque gracias al marketing, bien pagado, tiene un guión que lee y repite sin cansancio. A otro se le pide plasmar de mejor manera sus ideales y liderazgo social (muy reconocido) frente al ánimo de la ciudad, y encarar las contradicciones que van en paralelo de los avances innegables que se han logrado en Quito y todo el país. Finalmente, otro(s) subestiman la capacidad crítica y de lucha de esta ciudad diversa, política, crítica y quejumbrosa, que no permite que la usen sin causa justa.

En Quito no está en juego una alcaldía, sino la continuidad de un proyecto político que se basa en el derecho a la ciudad, la construcción de igualdad, y el soporte de una transformación económica y social con alcance nacional y regional, frente a la intención de regresar a un modelo de exclusión donde pocos se apropian de los espacios, los sentidos y la riqueza. Ahora se reconoce lo que está en juego. La continuidad de ese proyecto requiere sensibilizar sobre los enormes avances, pero también reconocer los pendientes y los errores, para mejorar y enmendar.

Frente a la presencia de la derecha nacional e internacional (con toda la fuerza y dinero que está invirtiendo), la respuesta de Quito, por coherencia, es la unión. En democracia, el poder está en el voto. Por esto, y por lo señalado en reflexiones anteriores, el domingo, el voto va para Augusto Barrera por quien es, por lo que ha hecho desde las organizaciones sociales y la alcaldía, y por lo que puede lograr por Quito, al reencontrarse con esta ciudad altiva y soberana, y conciliar sus anhelos y esperanzas.