25 de marzo de 2012

Después de las marchas...

Recursos naturales, ambiente y desarrollo

Pasaron las marchas en el día del agua. La CONAIE hizo sentir su presencia y vigencia, y el apoyo de muchos/as ecuatorianos/as a sus demandas por el agua, la tierra y la vida. Lamentablemente, más allá de banderas de lucha que siempre movilizarán, no se traía una propuesta concreta. Algunos grupos “oportunistas” aprovecharon para hacer campaña electoral. El Gobierno y Alianza país, mostraron que su capacidad de movilización sigue presente e importante. Se refugió en las bases, decía algún titular. Es verdad, la base es el pueblo, y el pueblo el mandante. Sin embargo, no se presentaron propuestas concretas mas allá de “la minería no es mala” y “abajo los `golpistas´”. El país, en las calles se expresó a favor del Gobierno pero también, y esto es muy importante, se expresó a favor del “agua y la vida”. Dejando de lado el ambiente pre-electoral y enfocando el tema de fondo, las marchas del pasado 22 de marzo no son el final, ni el inicio, de una legítima demanda social.

Una oportunidad que no se puede dejar pasar. Esperemos que ahora se de el espacio para iniciar un debate de fondo sobre el modelo de desarrollo para el buen vivir. Esperemos que se de un proceso parar lograr acuerdo social sobre que significa el “buen vivir” y que es “defender el agua y la vida”. La iniciativa Yasuní ITT tiene apoyo mayoritario en el Ecuador, porque se han discutido los costos y beneficios, y se planteó una propuesta sin precedentes. El Ecuador es un país, con una sociedad, que es capaz de hacer la diferencia. El buen vivir es un concepto que se comparte pero que aún no se entiende porque no se le ha dado suficiente contenido, se lo está construyendo.

La explotación de recursos naturales, como la minería a gran escala, es una oportunidad para obtener recursos y aumentar la inversión social, invertir en ciencia y tecnología y otros medios de desarrollo. La “maldición de los recursos naturales” no es por tenerlos, sino por cómo se los utiliza. Por otro lado, la Constitución garantiza una serie de derechos que se deben practicar. La consulta previa, los derechos de la naturaleza, de los pueblos, comunidades y nacionalidades, de participación y el propio “buen vivir”. Se debe debatir si se quiere usar/preservar el patrimonio natural, para qué, dónde, cómo y en qué cantidad. Se tiene que definir como se usarán los recursos que se obtengan, cuales son los posibles impactos y las medidas de mitigación.

No se debe ser irresponsables en el uso de los recursos naturales y su impacto en el medio ambiente. La calidad de vida de todos/as está en juego, y no se puede pensar a corto plazo. Sin embargo, se debe entender que se requieren recursos para inversión. Sin duda hay alternativas. Depende del pacto ambiental, social y fiscal que se elija. El objetivo debe ser la reproducción de la vida. No se puede pasar por alto los derechos de comunidades en las zonas donde se encuentran los recursos. La participación ciudadana y la consulta previa son derechos constitucionales.

El Ecuador ha avanzado mucho en los últimos seis años, pero no se ha avanzado en el modelo de desarrollo rural, en el uso y distribución de la tierra, en la productividad del sector agrícola. Las leyes de aguas y de tierras siguen pendientes. La inequidad urbano rural no se ha reducido. La discriminación sigue siendo parte del actuar y hablar diario. La consulta previa no se ha profundizado en la práctica. La firma de contratos para minería a gran escala no se debió realizar sin antes contar con un marco legal socialmente aceptado. El agua es uno de los recursos más valiosos, proteger las fuentes de agua debe ser la prioridad.

Las manifestaciones que se vivieron fueron de izquierdas. Se evidenció su heterogeneidad, su diversidad, su riqueza. También se vio la posibilidad de movilización social que generen opciones de diálogo. Una vez “depurados” los oportunismos políticos, se dieron espacios de encuentro. El diálogo por la vida, la justicia y la equidad son el factores comunes. Se debe enfocar el debate, para manifestar la voluntad popular. No se debe confundir apoyar/rechazar al Gobierno con apoyar/rechazar la minería a gran escala. Son temas independientes. Antes de tomar posiciones se debe escuchar los argumentos.

24 de marzo de 2012

¿Qué ciudad queremos? ¿Qué ciudad hacemos?

Inseguridad, tráfico y otros males de la ciudad

La inseguridad ocurre ante los ojos pasivos de la ciudadanía. El camino más poblado, es el lugar más solitario. No los/as conozco, no me conocen, aunque vivimos o trabajamos en el mismo barrio. El tráfico es insoportable, la respuesta es adquirir más vehículos. ¿Acción racional?, ¿derecho de consumo? Mal de las ciudades. El tráfico y la inseguridad ocupan el debate público. Lamentablemente, poco se habla de sustentabilidad y solidaridad. Se exige más y mejores vías desde quienes prefieren y pueden pagar el uso de vehículos privados. Es el medio para movilizarse y protegerse desde una lógica individual. Se sigue pensando en la ciudad como espacio de producción, y no como el lugar donde se reproduce la vida. Se exige seguridad pero no se actúa cuando se la ve. Se lamenta ser espectador, agradeciendo no ser la víctima. Mala suerte para el/la otro/a.

Se piden soluciones viales frente al creciente uso de vehículos privados. ¿Vías exclusivas para cada auto? Los/as peatones se convierten en parte del paisaje que se observa por la ventana. No se los extrañará, si eso permite mayor velocidad de desplazamiento y eficiencia en el uso del tiempo. Se pierde el sentido de la ciudad. Si una persona cruza la vía, acelero. El espacio es de las maquinas, ya no de las personas. Quien no tiene auto compre uno, si no puede mala suerte. Acelero. Pero si puede, más tráfico. Entonces, más vías. Después, más autos. No importa si el costo es reducir espacios públicos, áreas verdes y la calidad de vida (ambiente, convivencia). No importa porque el objetivo es la eficiencia y la comodidad, no la vida en comunidad. No importa porque una minoría tiene “voz” y acceso a espacio de opinión, mientras la mayoría no forma parte del “debate”. El tráfico es culpa de los autos, es el precio (en tiempo) a pagar por su uso. El transporte colectivo, las ciclo vías, los espacios públicos y la creación de nuevas centralidades, en la planificación de la ciudad, garantizan movilidad y generan sustentabilidad. Más áreas verdes, más espacios públicos, más peatones, mayor convivencia crean una ciudad para vivir, una ciudad sustentable y solidaria.

Barrios, plazas, parques, bulevares, centros de comercio son los espacios donde coexistimos y hacemos comunidad. Lamentablemente, si se llenan de personas pero no de solidaridad y convivencia son espacios vacios. La delincuencia se esconde en estos lugares y se protege en la individualidad. Un espacio no es seguro por estar lleno de gente, lo es por la acción colectiva que nos protege en espíritu de reciprocidad y solidaridad. Combatir la inseguridad requiere eficacia por parte de la policía, eficiencia en el sistema de justicia, protección a víctimas y sanción a victimarios/as. Se necesita medidas de prevención, generar oportunidades para que delinquir no sea necesario, y garantizar sanciones para que delinquir no sea libre de riesgos. Hay mucho que exigir, y espacios para participar. Lamentablemente, la mayor impunidad viene de la falta de acción ciudadana. Cuando la delincuencia actúa los/as espectadores se “congelan” o apuran el paso. Cuando se dan espacios de participación, no asiste.

Lo fácil, lo lamentable es vivir encerrados/as y exigir soluciones sin preguntarse, ¿qué hago yo? La ciudad tiene muchos males y muchas virtudes. Pero la ciudad no existe si la gente que ocupa el espacio no la llena de vida y solidaridad. ¿Qué ciudad queremos? ¿Qué ciudad hacemos?

18 de marzo de 2012

Marchas y contra-marchas

¿Agua, vida, dignidad, desestabilización… y candidaturas?

El pasado 8 de marzo inició la autodenominada marcha por “el agua, la vida y la dignidad”. Convocada por una parte del movimiento indígena, la marcha inició en El Pangui (Zamora Cinchipe) y, llegará a Quito el próximo jueves 22 de marzo. Se tiene una idea clara, pero carece aún de propuestas concretas (existen proclamas generales, que mezclan varios temas y dependen de a quien se pregunte). En general se presenta la “reforma agraria para la soberanía alimentaria” como elemento movilizador. Esto incluye temas de agua, tierra, comercialización y economía popular, que también son parte del discurso y políticas del Gobierno. Aunque es verdad que el agro no ha recibido la importancia que requiere. Además, es cierto que la reciente firma de contratos mineros pone en discusión diversas posturas (e.g. recursos fiscales y empleo, modelo de desarrollo) que no han sido adecuadamente llevadas al debate nacional.

El agua y la vida son palabras que movilizan y movilizarán siempre (esperemos). Pero la marcha se da en un contexto político que nubla sus objetivos. Aparecen y se prueban candidaturas presidenciales, y la derecha se reúne y fanfarronea. Se puede decir que estos tres hechos (marcha, candidaturas y bravuconadas) no están directamente relacionados, pero si responden al mismo momento político. Opositores desde la derecha, la izquierda y otros lados aprovechan para medir fuerzas con miras a las elecciones de 2013. Por su parte, el Gobierno responde calificando de intento de “desestabilización”, y convoca a respaldar al régimen y a la “revolución”. ¿De qué?. Tampoco está completamente claro.

La Constitución establece la revocatoria del mandato. La derecha la intentó y fracasó. Desde entonces, ha intentado por cualquier medio desestabilizar al Gobierno. Las izquierdas, ahora hacen el juego a la derecha. “Divide y vencerás”. La marcha puede ser ingenua por el momento en que se da, aunque los contratos mineros la provocaron y trae demandas históricas. Lamentablemente se confunde con ensayos de candidaturas. Puede ser exagerado pensar en desestabilización en este momento, pero ingenuo no hacerlo. Hay muchos actores con intereses diferentes. En cualquier caso la movilización social es importante y necesaria. Esperemos que marcha y contra-marcha se llenen de argumentos. Esperemos que las propuestas (o su ausencia) de los diversos actores se usen para reflexionar el voto el próximo año. Esperemos que se genere diálogo (para la vida) que sustente el contrato social.

Para el diálogo minero, interesante el artículo de Manuel Chiriboga, en especial el párrafo final:
¿Qué hacer en este contexto? Me gustan las propuestas de Carlos Monge: necesidad de un diálogo nacional sobre minería; fortalecimiento independiente de las entidades que hacen evaluación de impacto ambiental; una ley de ordenamiento territorial sustentada en una estrategia de zonificación económica y ecológica y, por lo tanto, excluir ciertas zonas de la minería; cambios en los procedimientos de adjudicación de concesiones, que incluya supeditación al ordenamiento territorial y a las consultas obligatorias; y, una indicación clara de las competencias de los gobiernos descentralizados autónomos sobre minería. Esta propuesta contempla la posibilidad de parar ciertos proyectos en razón a los daños que producirían.
A la minería súmese el agua, la vida y otros como temas,  y el buen vivir como marco general.

4 de marzo de 2012

Dogmas, diálogo, economía y desarrollo

¿Habló el "patrón"?

Diario El Comercio publicó el editorial “Parroquianos, bien parroquianos”. El articulo habla sobre relaciones internacionales, integración económica y crecimiento económico. Pero sobre todo refleja los modos y tonos del debate actual. Esta reflexión comenta el artículo en las formas y argumentos.

Las opiniones han dejado de lado la necesidad de contar con evidencia que las conviertan en argumentos.  Ante la ausencia u omisión de "pruebas" las opiniones han tomado un giro hacia lo "dogmático". Posiciones de esta naturaleza no aportan al diálogo social, ni a la definición de políticas. Un ejemplo (antes de comentar el editorial de hoy) es el artículo “Por qué cae” (del mismo autor), del 11 de diciembre de 2011, donde se señaló que en el análisis sobre los determinantes de la reducción de la pobreza “[…] hay dos datos ausentes: el gasto público y el `gasto social´. Y están ausentes porque no explican ni el estancamiento ni la caída de la pobreza”. De esta manera se desconoce toda la literatura que explica la heterogeneidad en la elasticidad crecimiento-económico de la reducción-de-la-pobreza (e.g. Bourguignon, 2003). Además, sigue el mal general de hablar de pobreza limitándose a la privación de ingreso, desconociendo su multidimensionalidad (e.g. publicaciones de OPHI).

El editorial “Parroquianos, bien parroquianos” ¿hace notar el desdén del articulista hacia quienes son de las “parroquias”?. Entendamos las palabras como las utiliza el autor. Diferencia y menosprecia a quienes nacieron o viven fuera de la "ciudad" (en connotación de "modernidad" y “conocimiento”), y califica de ignorantes y ridículos/as a quienes no comparten su opinión. Compleja selección de palabras. ¿Se podría asumir que se lo escribió desde una posición superior de “patrón/a”, desde la “ciudad” y como dueño/a de “conocimiento” y “verdad”?

En los argumentos, el artículo señala que un país “importa” por su nivel de producción (su peso en la economía). Imagino, lo mismo se piensa de las personas (ya que los países están formados por ciudadanos/as). En este sentido plantea que el Ecuador debería definir su política exterior tomando en cuenta su mínima importancia en la economía mundial. Mejores argumentos podría usar para plantear su opinión sobre la política exterior. En cualquier caso mientras denota una posición de “patrón” hacia adentro, propone una de “siervo” hacia afuera.

En otro tema, el artículo señala que el impuesto a la salida de divisas nos “deja fuera del mercado financiero internacional”. Por suerte, dado el manejo y los efectos de ese “mercado”. Sin embargo, el acceso a financiamiento (que es lo relevante, más allá del gusto/disgusto por los "mercados") tanto público como privado es adecuado, en el sentido que se sigue obteniendo financiamiento para grandes proyectos de inversión.

El autor opina que este impuesto limita la inversión extrajera. La inversión extranjera directa, si bien ha sido volátil (sujeta a grandes proyectos) entre los años 2000 y 2010, muestra un promedio de ingreso mayor en 2007-2010 en comparación a 2000-2006 (Presentación Estructural 2011, BCE). Otra omisión en el análisis es sobre los beneficios de la inversión. Esta es necesaria para el crecimiento económico, nadie lo duda, pero su efecto en el desarrollo se genera cuando sus beneficios se quedan en el territorio (aldea, pueblo, región, país), caso contrario es una simple extracción de riqueza.

Finalmente, señala que en la “aldea” no se valora “crecer económicamente”. Imagino que se refiera a crecimiento económico, medido por el PIB. No se puede negar la necesidad de fortalecer la capacidad de producir bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades y deseos de todos/as. Nadie critica eso. La critica es a la medición del desarrollo económico mediante el PIB, y no solo en el Ecuador (e.g. Stiglitz, Sen y Fitoussi). Además, el autor omite que los beneficios del crecimiento económico, en el desarrollo, dependen de la distribución primaria y la redistribución de la riqueza. Es decir de cómo el crecimiento sirve para mejorar la calidad de vida de todos/as.

El país requiere de forma urgente profundizar y mejorar el diálogo entre diversos sectores. Para esto es necesario dejar de lado posiciones extremas y dogmaticas, y fomentar dialogo de calidad sobre la base de evidencias. El respeto a las opiniones, así como el uso adecuado y responsable de sustantivos y adjetivos es parte de este proceso. Medios de comunicación deben fomentar con responsabilidad el uso de los espacios de opinión. El diálogo nos permite generar un proyecto de país, entendiendo que piensan los demás (pero no cambiando lo que se define democráticamente). Es importante insultar menos, escuchar más y argumentar con evidencia.